12/08/2020

El imperio de las cuatro esquinas

Siempre he corrido sin más motivo que el que se me dió cuando era pequeña: porque tenía que hacerlo. Nací rápida y ligera, con piernas fuertes y respiración profunda, conocía cada atajo y cada ruta, y con oir una sola vez el mensaje ya era capaz de memorizarlo y citarlo palabra a palabra incluso después de haberme recorrido el valle a zancadas apresuradas. No me sorprendió que me asignaran el trabajo de chasqui, el mismo que realizó mi padre cuando era joven, igual que su madre y el padre de su madre. Corría porque era lo único que sabía hacer, lo único que me habían enseñado, porque lo disfrutaba y porque era lo que me llevaba el alimento a la boca.

Pero hoy el motivo es distinto. Hoy noto la tierra seca resbalarse bajo mis pies, las piedras finas colándose en las sandalias y arañandome la piel. El viento me corta las mejillas y me desenreda el cabello, pero lo que más noto es el dolor en el pecho al inhalar el aire frío y escaso. Pero el corazón acelerado me mantiene en movimiento. Ya caeré cuando pueda caer. Pararé cuando se me derrumben las piernas.

No hay nadie en los caminos y paso de largo la tercera posta en lo que llevo de trayecto, cuando lo normal es hiciera relevos en cada una que me encuentro. Ni quiero parar ni creo que haya nadie esperándome tras las puertas; es como si la noticia se hubiera esparcido más rápido de lo que soy capaz de correr. ¿Habré llegado demasiado tarde? ¿O es que los otros me adelantaron? Sea como sea este no es mi destino. Mi objetivo es la montaña.

Conforme me acerco a su base empiezo a aminorar el paso, recordando los caminos que me llevan a la cima. Sé que la ruta empieza en el otro lado del valle, así que tendría que bajar al río y bordear el monte para llegar al principio; pero también sé que el camino gira sobre la montaña como en una espiral, rodeándola casi por completo hasta llegar a la aldea. Me acerco más y más y en vez de girar por la senda sigo caminando en línea recta, hasta que la inclinación es tan elevada que no puedo mantenerme en pie. No la veo, pero sé que la ruta espera algo más arriba. Y escalar la pared es más rápido que recorrer el valle. 

Así que espero unos segundos a que mi respiración se estabilice —ahora no se trata de velocidad, sino de resistencia— y busco con la mirada el primer asidero. Me descalzo y comienzo a trepar, aferrándome a ramas y raíces y dejando que las piedras me corten la planta del pie. Mejor sangrar que caer, pienso mientras aprieto con fuerza los dientes. Mejor sangrar que morir. Contengo el aire cuando se me resbala la mano y una roca rueda ladera abajo, retumbando de manera amenazante. Intento no mirar abajo, aunque me aterroriza más lo que pueda haber detrás de mí.

Cuando alcanzo el camino ni siquiera me detengo a calzarme los zapatos. Simplemente corro, dejando un reguero de tierra y gotas de sangre que el polvo se llevará tan pronto como llueva, o tan pronto como otros pasos cubran los míos. La imagen me aterroriza, la idea de ser un suspiro que pronto dejará de existir. Pero al menos, pienso, hoy podré cambiar el curso de la historia. Aunque mi nombre se olvide, aunque se muera el imperio, mis huellas serán eternas.

Alcanzo la aldea y sus gentes advierten mi presencia con gesto desconcertado. Todos parecen saber a qué he venido y nadie habla mientras me siguen hasta la plaza y se asoman por las ventanas. Intento echar mano de la caracola que uso para anunciar mi llegada, pero hoy creo que necesito mi voz. Hiriente, ahogada, casi enmudecida de las pulsaciones aceleradas. Pero grito tan fuerte que mi alma se derrama por el pecho.

—¡Los españoles han llegado a Cuzco! ¡El rey ha muerto!



50-Crea una historia con un worldbuilding inspirado en las culturas precolombinas.


¡Buenas! Para este reto me he inspirado en el Imperio Inca, y tras un par de noches de investigación acabé con este relato. Me interesaron mucho los chasquis, que era un sistema de mensajería basado en corredores que portaban mensajes y hacían relevos. Podían llevar información cifrada y la transmitían extremadamente rápido, ¡súper interesante! También leí mucho sobre el sistema social de los incas. Probablemente pasé demasiado tiempo investigando...

Y sí, sé que pide un worldbuilding inspirado en culturas precolombinas, no una historia ambientada en una cultura precolombina, pero... no me da la cabeza para más. Y sí, también sé que me he saltado dos relatos. Un pequeño fallo de cálculo, nada más.

Espero poder terminarlos todos antes de que acabe el año. ¡Un saludo!

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

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