12/23/2020

Estrellas de cristal

Como todas las mañanas de los últimos veinte años, Benito se calzó las pantuflas, arrastró los pies a la cocina y puso la cafetera al fuego. Y como también era diciembre, estrujó un polvorón de almendras y se lo comió a pellizcos mientras esperaba que hirviera el agua. En otros tiempos también hubiera bajado al kiosko de la esquina a por el periódico, pero ahora solo tenía que sacar el móvil para revisar las noticias. Deslizó el dedo por la pantalla distraídamente, pasando por los deportes, el tiempo y la actualidad hasta que el aroma de café inundó la cocina. Entonces se sirvió una taza y, satisfecho, se dirigió al salón. El árbol de Navidad estaba igual que ayer.

O casi igual que ayer.

—¡Antonio! —gritó por pasillo— Esto sí que no, ¿me oyes? Ya te estás pasando.
—¿De qué hablas? —respondió una voz desde el baño.
—¡El adorno que compramos en Berlín! Me da igual lo que hayas hecho con los otros, pero como hayas roto este...

Tras unos segundos de silencio y un sonido de cisterna, Antonio salió del baño. Se acercó al salón frotándose los ojos.

—Buenos días a ti también. ¿Qué ocurre ahora?
—El adorno de cristal. —Benito señaló a una zona del árbol que parecía inusualmente despoblada—. Es el tercero que desaparece en esta semana.
—¿Y qué me quieres decir con eso?
—¡Pues que estoy harto! No sé si es que los has roto y te da vergüenza admitirlo, o es que me estás gastando una broma pesada, pero ya me estoy empezando a cansar.

Antonio se agachó para asomarse bajo el árbol, con gesto desconcertado.

—No están en el suelo. ¿Habrán rodado bajo el sofá?

Benito detuvo su berrinche durante unos instantes para arrodillarse sobre la alfombra y buscar en el oscuro hueco bajo el sofá. Tras unos segundos de silencio se incorporó, más furioso que antes.

—¿¡Cómo va a rodar bajo el sofá si tiene forma de estrella!? ¿Me estás mareando a propósito?
—¿Y por qué no? —preguntó Antonio, paseándose por el salón y mirando en los rincones más extraños—. Tienen que estar por aquí en alguna parte, ¿verdad? Deberíamos seguir buscando.
—¿Es por lo del otro día, a que sí? —Benito respondió de pronto con una voz angustiada e iracunda—. La tontería esa de que soy un maniático y de que ando siempre quejándome... ¡Pues mira, lo soy, y a mucha honra! ¿Estás contento?

Antonio dejó de buscar y bajó la mirada, decepcionado.

—Lo siento. Es mi culpa. Tendría que haberlo pensado mejor.
—¡Lo sabía! Los has roto y no me lo quieres decir. Creí que teníamos confianza, Antonio. Después de tantos años...
—Benito, calla. —Antonio se acercó y le agarró de los hombros con firmeza, mirándole fijamente—. Te he dicho que no he roto los adornos. Seguro que han rodado bajo el sofá.
—¿Me ves cara de imbécil? Te he dicho que no hay forma de que salgan rodando.
—Benito —repitió con voz serena—. Que mires bajo el sofá.

Con una mueca disgustada Benito volvió a agacharse, mascullando entre dientes.

—Qué asco. Solo hay pelusas, papeles y envoltorios de polvorón. Anda, y las pilas del mando.
—Mira los papeles.
—¿Quieres que meta la mano ahí? —alzó la cabeza con expresión angustiada, y Antonio asintió.

Agarró el papel más cercano a regañadientes y sacó un sobre de papel ligeramente polvoriento. Miró al sobre unos instantes, luego a Antonio (que aún parecía impasible) y luego otra vez al sobre. Lo abrió con cautela. En su interior había dos billetes de avión.

—Feliz aniversario, cariño —rió Antonio, acariciando con cariño la espalda encorvada de Benito—. Y haz las maletas ya, que el vuelo sale esta noche. De verdad, no me puedo creer que hayas tardado tres días en buscar los adornos...




49-Haz una historia en la que haya un árbol de Navidad al que cada día le desaparece un adorno y los dueños tratan de atrapar al culpable.

¡Felices fiestas a todo el mundo! Hoy os dejo este relato rapidito, porque me quedan dos retos y tan solo una semana de año para terminar... Me niego a perder este desafío después de tantos días de esfuerzo, así que aprovecharé estas "vacaciones" de Navidad para terminarlo :3

¿Qué os ha parecido? La verdad es que he cambiado completamente el final del relato. Pensaba hacer que la pareja discutiera un rato y luego se desvelara que un gatito callejero estaba robando los adornos... pero conforme avanzaba la conversación se me ocurrió que sería más interesante que todo fuera idea de Antonio. ¿Hubierais reaccionado así? A mí se me da fatal pillar las sorpresas así que me identifico mucho con Benito, habría tardado en darme cuenta...

Por cierto, tengo una pequeña sorpresita para vosotros. Pero la he anunciado en mi twitter, así que id a echadle un vistazo si os interesa ;3

¡Un saludo! Cada vez queda menos. 

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1 comentario:

  1. Bonito relato, como siempre. La verdad, que casi se quedan sin viaje, jejeje. Me puedo imaginar la situación perfectamente... Suerte con los relatos que te faltan, lo que dices, ahora al final no puedes dejarlos sin terminar.
    Te deseo buen comienzo de año.
    Besos

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