12/28/2020

Veinte metros nada más

Trigger Warning: Descripciones desagradables, vómito, sangre.

La hora se acerca, y con ella el ambiente se enrarece y el escándalo comienza. Escucho gritos a través de las paredes, explosiones a lo lejos y un retumbar extraño que se repite una y otra y otra vez. Lo acompañan cánticos, fuegos dorados y tintineos fugaces. La sensación de horror se incrementa a cada instante, pero sé que no puedo escapar. Hoy no.

Alguien pronuncia mi nombre. Es hora de marchar. Me arrastro por el pasillo y me inunda un olor nauseabundo y grasiento que se impregna en el pelo y la piel. Los ropajes que me han proporcionado son incómodos y antinaturales, tela áspera y fina que se me pega al cuerpo y revela formas que nadie más debería ver. Noto que sus ojos me desnudan, me juzgan, se burlan y se ríen con descaro. Hablan de mí. De sus lenguas viperinas solo surge veneno.

Me sientan en la mesa y un aberrante banquete se despliega ante nosotros. Empiezo a comer con las manos temblorosas —no pararán de molestarme hasta que me llene, hasta que el vómito me llegue a la boca y el estómago se desgarre por dentro—, y mientras tanto sus voces me taladran las sienes. Sonrío, mostrando mis colmillos y contorsionando el rostro en expresiones exageradas para intentar satisfacerles. Me muerdo la lengua con tanta fuerza que el sabor de la sangre se mezcla con el de la carne putrefacta y la grasa que me recorre la garganta. 

Pero poco a poco el disfraz se desvanece y comienzan los gritos. Un aroma amargo y dulzón embriaga el ambiente, nublando la poca bondad de queda en sus corazones; me rasgan la piel y los brazos y sus risas mezquinas me cortan el aire, azúcar y miel pintando sus labios, incendios en el cielo y comida que se pudre entre nuestros dedos. En un despiste consigo escapar todo lo lejos que permiten mi alas aún tiernas, veinte metros nada más, pero la puerta cerrada y la soledad aparente son capaces de estabilizar mi respiración.

No hay silencio ni oscuridad absoluta, pero el horror es más tenue entre sábanas y almohadones. Cierro los ojos y hundo mi rostro en el colchón, procurando no hacer ruido, y sujeto a escasos centímetros de mi rostro la pequeña pantalla del móvil. Me quema la vista, me brotan las lágrimas, pero su fuego es lo único que me reconforta y alienta cada día que paso en este gélido infierno.

"Feliz Navidad", dice la voz de la única persona que me importa en el mundo.

Feliz Navidad, le contesto.



51-Las cenas de Nochebuena pueden ser un horror. Escribe sobre la tortura que padece ese día tu protagonista.

El último relato que hice era más realista y tierno, así que ahora he querido hacer uno con un toque más tétrico y sobrenatural. Me disculpo por lo desagradable y crudo que es, pero quería hacer una metáfora sobre la verdadera tortura que puede ser una cena de este estilo para algunas personas.

Agradeced a la gente buena que tengáis cerca, cuidad de vuestros amigos y seres queridos, y nunca está de más enviar un mensaje amable o chatear con esa persona con la que hace mucho que no habláis. No sabéis lo importantes que pueden ser vuestras palabras.

¡Espero que hayáis tenido unas cenas festivas agradables! Solo queda un reto, y creo que también lo haré de terror... O ya veré. Es la única manera que concibo para acabar este año.

Un saludo, y hasta dentro de unos días. 

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