7/29/2020

Impecable

La madrugada del aquel domingo se había manchado por la muerte. Victoria se tomó el café a sorbos rápidos durante el trayecto, distrayéndose con el repicar de la lluvia en las ventanas del coche y desperezando los restos de somnoliencia que aún tenía enganchados en el cuerpo. En su cabeza se repetía la llamada que la había despertado media hora antes, que incluso distorsionada por el cansancio y los nervios del inspector era capaz de recordar con afilada precisión. Un asesinato en la pedanía; nada menos que la alcaldesa había aparecido muerta en su apartamento. Victoria se preguntaba qué tendría que hacer allí. Mucha gente muere a todas horas, y algunos de ellos son asesinados, pero casi siempre son altercados domésticos o ajustes de cuentas con un claro culpable. Pero esta vez tenía que ser algo especial. Si no, no la hubieran llamado.

- Señorita - interrumpió la taxista de pronto -, me temo que tengo que dejarla aquí. Han cortado la carretera.

La cinta policial se enredaba entre vallas amarillas, atravesando la carretera de lado a lado y cortando el tráfico. Pero la acera seguía abierta y varios peatones se alejaban desconfiados de lo que parecía ser un cúmulo de ambulancias y coches de policía. Otros se asomaban desde los balcones -una mujer en camisón con la boca entreabierta de asombro, un chaval inclinándose sobre la barandilla para grabar mejor la escena- y otros caminaban con disimulo alrededor de las vallas, azuzados por la curiosidad. Victoria pagó rápidamente y se bajó del taxi. No había cogido un paraguas y la lluvia empezó a calarle la ropa sin miramientos, así que aceleró entre la multitud para atravesar cuanto antes el perímetro. A su lado pasó un hombre con el pelo cenizo y el bigote oscuro caminando en dirección contraria, enfundado en una gabardina color crema que le quedaba demasiado pequeña. En ese momento le envidió. Cuando llegó al portal tenía el jersey completamente empapado.

- Detective, me alegro de que haya podido venir tan pronto -. El inspector le estrechó la mano con firmeza pero sin mirarle a los ojos: su mirada se deslizaba inquieta por las inmediaciones -. Es por aquí.

«Así me gusta, sin formalismos», pensó Victoria mientras subía las escaleras tras el inspector. Tamborileó los dedos sobre el vaso de café vacío preguntándose qué hacer con él, y fijándose también en las huellas de barro que dejaban sus botas. Al parecer era la única que había ignorado el felpudo en la entrada, porque las escaleras parecían impecables.

La escena en el apartamento era... cotidiana, al menos para una detective como ella. Una mujer vestía un pijama ensangrentado y llevaba el pelo revuelto, desplomada en el pasillo como una muñeca olvidada y con una clara herida de bala en la frente. Victoria caminó alrededor del cuerpo con cuidado, examinando las pruebas marcadas. Nada le pareció extraño.

- ¿Y bien? ¿Qué tenéis?
- Tiene una lesión menor en el hombro y hay una marca de bala en la pared. Los forenses dicen que la herida mortal fue la segunda, que el asesino asestó en la frente para terminar el trabajo. No han robado nada.
- ¿Testigos? ¿Imágenes?
- La vecina de enfrente escuchó un grito y dos disparos, fue la que llamó a la policía. Pero no tenemos nada más. El conserje terminó su turno a las ocho, y no hay cámaras de seguridad en el edificio. Tampoco hay llamadas recientes en el telefonillo.

Victoria se cruzó de brazos, insatisfecha.

- Es la alcaldesa. Está claro que existen intereses políticos, así que alguien mandó a un sicario para quitársela del medio. Ya está. ¿Por qué me habéis llamado?
- No es tan simple - el inspector contuvo una sonrisa inapropiada -. Cuando llegamos, la puerta estaba cerrada con llave.
- Entonces entró por la ventana. O ha sido algún familiar, alguna pareja despechada...
- ¿Por un noveno piso? Imposible. Además, la alcaldesa no tenía ninguna relación conocida. Sus familiares se encuentran en el extranjero y ella era la única propietaria de la residencia. No hay más llaves que la suya.
- ¿Una habitación cerrada? Ya entiendo. Así es más interesante. 

Regresó junto al inspector con cuidado de no pisar el charco de sangre aún fresca, no sin antes inclinarse sobre el cuerpo una última vez.

- Ha sangrado mucho.
- El primer disparo le acertó en la vena subclavia izquierda, así que se desangró rápido. El asesino no debía tener mucho conocimiento de anatomía y se dejó llevar por el pánico. Por eso hubo un segundo disparo.
- Y tuvo que mancharse mucho, ¿no crees? Mira las manchas del suelo, debería haber bastante más sangre.

El inspector dio un paso atrás y entrecerró los ojos, siguiendo el dedo de Victoria sobre la alfombra. Si se miraba con cuidado se apreciaba una región del tejido que estaba limpia, mientras que a su alrededor se acumulaban pequeñas gotas de sangre.

- Bien visto. Pero no hemos encontrado a nadie ensangrentado dando vueltas por ahí.
-. Es demasiado tarde - Victoria se frotó los ojos mientras caminaba pasillo abajo, regresando a la entrada -. Necesitamos una patrulla en la zona, aunque no creo que sirva de mucho. Es más importante que revisemos los últimos contactos de la víctima, si denunció la pérdida de sus llaves en algún momento, o si tenía algún amante que...

Se detuvo junto al recibidor. Allí, en el cuenco, se encontraba el supuesto único juego de llaves de la casa. A su lado una cartera de piel con un billete de cincuenta euros sobresaliendo de la solapa y un par de pendientes de oro y topacio. Nadie había tocado nada. La alcaldesa abrió la puerta, dejando las llaves de nuevo en el cuenco y dejando pasar sin más a su asesino. Es decir, se conocían. Luego él cerró al salir, ¿por qué? ¿De dónde había sacado otras llaves? Entonces se fijó en el perchero junto a la puerta, del que colgaban bufandas de colores y pañuelos de seda. En el suelo, enredado entre sus patas, se había caído un cinturón de tela clara.

- Inspector - Victoria alzó la voz, aspirando el aire entre los dientes - La vecina que nos ha llamado, ¿sigue despierta? ¿Le podéis preguntar si conoce al conserje? Y que nos lo describa, por favor.

El inspector asintió intrigado y tomó su teléfono. Mientras hablaba Victoria se asomó al rellano y lo observó: suelos impolutos y brillantes, a excepción de las marcas de sus propias botas y las del inspector. Llevaba lloviendo toda la tarde pero el asesino no había dejado huellas.

- Muchas gracias, le iremos informando - el inspector regresó justo cuando colgaba el teléfono -. Dice que es un hombre mayor, de pelo canoso y con bigote, algo rollizo...
- Llama a todas las unidades, que lo busquen por las cercanías. Lleva una gabardina color claro y las ropas de debajo estarán marchadas de sangre. Eso será suficiente para detenerlo. Localizad también su domicilio y registradlo antes de que alguien elimine las pruebas.
- S-sí claro, ¿pero cómo...? ¿Victoria? ¿A dónde vas? Aún no hemos terminado.

La detective ya había empezado a descender las escaleras, pero se detuvo en los primeros escalones. Luego dejó la taza de café en el suelo y resopló, con la mirada apagada completamente fija en el inspector.

- Me voy a dormir. Ya os he resuelto el caso. Y es la última vez que te salvo el culo, Inspector Serra -. Se giró y comenzó a bajar las escaleras, mascullando entre dientes-. Menudo imbécil, mira que desalojar la zona sin mirar, y mientras tanto ese cabrón dando vueltas con la gabardina de la alcaldesa. Si es que no se puede ser más gilipollas...




31-Escribe un relato con una gabardina como arma de Chéjov.

¡Buenos días! Por fin estoy volviendo a la costumbre de publicar estos relatos a principios de semana, ¡así tengo tiempo para escribir en otros proyectos! Además ya he empezado a estudiar para mis exámenes, aunque por ahora me lo estoy tomando con calma. Menudo verano más corto...

No tengo mucho que decir sobre este relato, pero una curiosidad: lo escribí en su totalidad anoche, en aproximadamente hora y media. ¿Os parece un logro o algo completamente ordinario? Sé que la mayoría de escritores en la industria escriben miles de palabras al día, pero yo estoy acostumbrada a sesiones menos "eficientes" y a tener que pelearme con el teclado para sacar unas míseras 100 palabras en una mala noche. ¡Pero esta vez he conseguido escribir mucho más! Creo que la diferencia ha sido que, al ser un relato de misterio, he tenido que dedicarle un día entero tan solo para planear las escenas. Cuando lo tengo todo esquematizado y sé cómo termina, ¡escribo mucho más rápido!

En fin, ¿qué os ha parecido? ¿Habíais adivinado quién era el asesino antes de que Victoria lo dijera? Es la primera vez que escribo misterio, y es que a pesar ser uno de mis géneros favoritos me cuesta un montón crear intriga y tramas enrevesadas. Aún así me sé todas las normas de una buena novela de misterio, ¿conocíais el decálogo de Knox? ¿Cual es vuestra historia de misterio favorita? Porque yo me conozco unas cuantas...

¡Hasta la semana que viene!

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2 comentarios:

  1. No pasará mucho tiempo para que lea ese decálogo del que hablas, jajaja. El relato de 10. A mi gusto. Me has tenido enganchada hasta el final y para nada había reparado en tu asesino hasta que mira en el perchero. Bien elegida el arma de Chejov.
    Cuando me pongo a escribir con el relato hilado en la cabeza fluye más fácil, cómo no, el trabajo está a medio hacer. Aun así en hora y media has hecho muy buen trabajo.
    Hasta la próxima!

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    1. Jo pues muchas gracias! Me daba miedo que la gabardina fuera muy obvia, pero me alegro de haberla escondido bien

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