1/30/2020

Bitácora

¡Aviso importante! Este relato es un spin-off/fanfic/Alternative Universe de mi noveleta, Ojo de Buey. ¡Si no has leído Ojo de Buey y tienes intención de hacerlo no leas este relato, ya que contiene spoilers y podría arruinar la experiencia! Este relato está escrito y pensado para gente que ya ha leído Ojo de Buey, así que si no lo has hecho recomiendo que te lo saltes. Si te interesa leer Ojo de Buey haz click aquí.



Griff se despertó por culpa del pitido rítmico y agudo que emitía del panel de control, y con esa ya eran tres las siestas que le habían arruinado en lo que llevaba de semana. Desorientado y molesto, se incorporó y acercó su cabeza a la maraña de botones y cables en busca el origen del sonido, y finalmente decidió pulsar un interruptor al azar. No pasó nada.

Tosió para deshacerse de la voz ronca y gritó, frotándose las sienes.

- ¡Por los dioses, que alguien apague esa cosa!

Una mujer de piel morena y pelo rojizo se acercó corriendo y se inclinó sobre los mandos, tanteando los botones y murmurando para sus adentros. Griff la había visto antes, pero sólo recordaba que era amiga de Hart y la responsable de ingeniería de la nave. Cuando la chica encontró los botones que buscaba los presionó a la vez, y tras un breve chasquido todo quedó en silencio.

- Vaya, que extraño - la mujer aprovechó para revisar el resto de parámetros, deslizando los dedos sobre la pantalla -. Lleva un par de días haciendo ese ruido y justo ayer pensamos que lo habíamos arreglado. Creemos que es un cortocircuito, pero...
- Te he pedido que lo apagues, no que me lo expliques.

La joven le lanzó una mirada iracunda antes de marcharse, indignada, mordiéndose el labio para no replicar. Aun así Griff la escuchó mascullar algo entre dientes justo cuando abandonaba el puente de mando, pero no se preocupó en intentar descifrar qué había dicho. Probablemente no era nada bueno.

Se desperezó y miró a Hart, que se encontraba a su izquierda y permanecía indiferente a toda la situación. Estaba mirando fijamente a la oscuridad que rodeaba la nave, como siempre, quizá esperando que algún destello fugaz lo sacara de la monotonía. Era muy bueno en eso, y ahora que ya no podían usar el sónar todos dependían de Hart para evitar que la nave se estrellara. Tenía la mano suavemente posada sobre los mandos y de vez en cuando cambiaba el rumbo de forma casi imperceptible.

- ¿Cómo vas, chico? ¿Ves algo?
- ¿No lo ves o es que no te funcionan los ojos? - respondió sin apartar la mirada del cristal.

Griff bufó molesto tras echar una ojeada y comprobar que, efectivamente, allí fuera no había nada más que oscuridad. Volvió a centrar su atención en el chico, en el uniforme de explorador desgastado que ahora llevaba una condecoración más. Hart había pasado de ser un chaval prepotente a un adulto más prepotente si cabe, pero Griff creía que la prepotencia era un derecho que se ganaba con la edad. Y Hart, el joven mocoso que había escalado puestos por ser el hijo de la persona adecuada, había terminado por ganarse todo el privilegio que en un principio le fue regalado. Además, a pesar de que todo había cambiado había cosas que, milagrosamente, permanecían inalterables. Y eso le gustaba.

- Sabes, siempre me he preguntado - susurró Griff, con los dedos repiqueteando en el reposabrazos de su asiento - por qué me sigues llamando Capitán.
- No sé - respondió Hart con tono monótono -. Supongo que es la costumbre.
- Ya chico, pero entiende que puede dar lugar a confusión. Al fin y al cabo solo soy un oficial honorario, y yo aquí ni pincho ni corto. ¿Y si ahora empiezan a pedirme que dé yo las órdenes? Con lo cansado que estoy.
- Bueno, pero aquí ya nos conocemos todos. Y de todas formas, cómo era eso... - Hart se pellizcó la barbilla, como rememorando -. "¿Quién es el puto capitán aquí?" ¿No era algo así lo que decías?

Griff rió roncamente mientras se reclinaba en su asiento.

- Ah, serás canalla... sí, el primer día que saliste a la mar. Menudo rebote me cogí.
- Lo que quiero decir, viejo - sonrió Hart, retirando la vista durante un momento del cristal -. Es que aquí todos saben quién soy. No necesitan que se lo recuerde.
- Para bien o para mal, ¿verdad, chico?
- Para bien y para mal.

Se volvió a hacer el silencio entre los dos, pero era cómodo y distendido. Hart se frotó ligeramente los párpados antes de volver a fijar su vista en la oscuridad, y Griff recordó entonces que otra de las chicas, la bajita de pelo claro y ceño eternamente fruncido, estuvo riñendo a Hart ayer precisamente por eso. El chico estaba obcecado en tener al menos dos personas pendientes de la oscuridad, pero la chica... nada, no le salía el nombre, la chica le decía que no era necesario. Al parecer había conseguido desarrollar un sónar como los que usaban antes en los submarinos, pero que sí funcionaba en el mar negro y vacío que ahora navegaban. Hart, sin embargo, no parecía fiarse de él. "El sónar no detecta a los devas", replicó, "y no sabemos si hay más monstruos aquí fuera."

Incluso tuvo que subir el otro chico, el moreno con gafas, a intentar explicar que probablemente no había devas ahí fuera. "Probablemente". Así que Griff estaba de acuerdo con Hart, quizá porque se aferraba a las viejas costumbres o porque de verdad le temía a las bestias que aún no conocían. De todas formas, ¿qué tenía de malo vigilar la oscuridad?

El interfono empezó a sonar, pero Griff seguía dándole vueltas. Esa chica, cómo se llamaba...

- Dime, Elaine - respondió Hart.
- ¡Eso, Elaine! - exclamó Griff, en un tono quizá demasiado exaltado para la situación. Hart le lanzó una mirada extrañada antes de dirigir su atención de nuevo al altavoz.
- Uh, Hart - la voz empezó tras un breve titubeo -. He detectado algo a unos 60 grados a estribor, pero justo se me acaba de salir del radar. Haz el favor de cambiar el rumbo.

Griff pensó que la voz sonaba demasiado exigente. ¿De verdad eran esas formas de dirigirse al capitán de la nave? En sus tiempos habría puesto a esa chica en cintura.

- Hecho - Hart movió ligeramente los mandos y entrecerró los ojos en la dirección que le habían indicado, pero no se veía nada -. ¿Sabes a qué distancia está?
- Hart, ni siquiera sabemos si es un planeta - bufó el interfono -, y necesito que mantengas unos minutos la velocidad constante. Tengo que hacer unos cálculos.

Hart cortó la llamada y suspiró con dramatismo, mascullando algo entre dientes. Inspiró hondo y se giró hacia Griff, y su rostro estaba contorsionado en una sonrisa malévola.

- Eres testigo - susurró, mientras ajustaba con precisión la trayectoria - de que no ha dicho cómo de rápido tenemos que ir.

Una vez tuvo el rumbo fijado encendió los motores principales y el impulso fue tal que durante unos instantes la espalda de Griff quedó pegada a su asiento. La inercia se desvaneció lentamente mientras Hart alcanzaba una velocidad constante. Desde dentro no se notaba la diferencia, ya que las pocas estrellas que se observaban estaban tan lejos que simplemente parecían moverse muy despacio.

Hart se mantuvo en tensión, pendiente de la oscuridad y de la trayectoria, ya que moverse a tal velocidad tenía sus riesgos. Algo sobre fuerzas de impacto y cosas de las que hablaban a menudo los jóvenes. Griff esperó, aburrido, hasta que el interfono volvió a sonar.

- ¿Oficial científica? - respondió Hart con sorna.
- Te voy a matar - replicó la voz, claramente irritada -. Y nada. Tiene pinta de ser un asteroide pequeño.
- ¿Un asteroide? - el chico sonaba decepcionado, pero intentó mantener la compostura -. ¿Y estás segura de que no hay nada? ¿Y la estrella que orbita?
- Si esa piedra está orbitando algo te aseguro que está muy, muy lejos. No merece la pena, Hart. Retoma el rumbo.

La comunicación se cortó de golpe, y Hart deceleró suavemente la nave hasta alcanzar de nuevo la velocidad original. El ambiente se había agriado muy deprisa, y de pronto Hart parecía muy cansado. A pesar de que era joven se le veían las marcas del estrés, los ojos hundidos y las finas arrugas alrededor de los párpados. Pero Griff sabía, por experiencia, que pedirle que se tomara un descanso sería inútil, así que en su lugar optó por seguir con la conversación.

- Hart, ¿por qué haces todo esto?
- ¿Incordiar a Elaine, dices? No sé. Me hace gracia cuando se enfada.
- Diantres chico, no me refiero a eso - replicó Griff, azorado -. Me refiero a todo esto. ¿Por qué no volver a casa y vivir en paz?

Hart no respondió, pero Griff vio cómo se mordía los labios.

- Podrías montar una familia. Gobernar y revivir a nuestro pueblo. No lo creía posible, pero los chicos y tú habéis hecho grandes cosas. Quizá es hora de pasar el testigo.
- No - respondió Hart, en un susurro -. No puedo.
- ¿Por qué no? Nadie te obliga.

Silencio, de nuevo. Griff escogió con cuidado las palabras.

- Sabes chaval, la venganza nunca es buen combustible. Te calienta y alimenta con ferocidad, pero se consume rápido y te deja frío a pocos pasos de caer a la tumba.
- No lo hago por venganza, capitán - Hart sacudió la cabeza y miró a Griff a los ojos -. Lo hago porque soy el único que puede hacerlo.
- Bah, tonterías - Griff sacudió las manos y se hundió aún más en su asiento -. Todo eso son excusas. Lo haces porque te crees el justiciero de la galaxia, porque te crees invencible.

«El salvador de la humanidad», pensó Hart.

Griff se puso la capucha y se la echó sobre la cabeza de forma que le cubriera los ojos, y volvió a acurrucarse en su sillón. Quizá ahora le dejarían dormir.

- ¿Y tú, viejo? - habló Hart de pronto, con un matiz inquieto en su voz -. ¿Por qué has decidido viajar con nosotros?

Griff se tomó unos segundos para reflexionar. Abrió los ojos y se apartó la tela de la cara para observar la tenue oscuridad que les rodeaba, el mar negro asfixiante e infinito.

- Supongo que me aburría.

Escuchó reir suavemente a Hart, así que sonrió complacido. En momentos como este Griff se convencía de que sin su sabiduría y temple esta tripulación de jóvenes alocados habría terminado por naufragar en un planeta baldío. Sin duda, concluyó satisfecho, era el miembro más valioso de la tripulación. Y ahora que había cumplido con su trabajo se merecía un premio.

- Chaval, me voy a dormir.
- De acuerdo.
- Que nadie me despierte, por los dioses, como ese cacharro vuelva a pitar...
- Me aseguraré personalmente de que no vuelva a ocurrir - respondió Hart con tono burlón.
- Y ya verás, chico. Encontraremos a esos cabrones de la OMSG y les haremos pagar por todo.
- Eso espero, capitán.

Con un gruñido de despedida Griff se fue a dormir y Hart volvió a quedar solo en la sala de mando. Se estiró, bebió agua y se frotó los ojos, y cuando estuvo preparado volvió a acomodarse en su asiento y a centrar su vista en la oscuridad. Le seguía pareciendo hermosa, como un océano de vacío con pequeños destellos de luz que lo tapizaban. Le transmitía la misma sensación que el mar, ominosa y profunda, como si todos sus pensamientos callaran de pronto. Pero había una diferencia, ya que aquí fuera también sentía miedo cada vez que contemplaba la oscuridad. Algo le aterrorizaba más que no encontrar a la OMSG, más que ser devorado por dioses exteriores, más que perderse en la infinidad del universo.

Hart temía que, por algún motivo, el universo también estuviera contenido en una burbuja de cristal.



5-Tu relato debe ser space opera y hablar sobre una travesía por diferentes planetas.

Bueno bueno, aquí he cogido el tema un poco por los pelos, ¡pero es que tenía mucha ganas de escribir algo relacionado con Ojo de Buey! Al leer este tema la primera imagen que se me vino a la cabeza fue la de Hart pilotando una nave espacial con Griff de copiloto, así que eso es lo que he escrito.

¿Os ha gustado? Tengo muchos otros proyectos preparados para Ojo de Buey, como ampliar la noveleta (y convertirla, con suerte, en una novela) o adaptarla al formato de Novela Visual. Pero todo eso lo dejo para cuando tenga algo más de tiempo.

¡Estad atentos a nuevas noticias, y nos vemos en el próximo relato!

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario