9/21/2020

Querida Leyre:

¡Hola! ¿Qué tal todo? Espero que estés leyendo esta carta antes de comerte los dulces del paquete. Hazme caso, es importante que entiendas por qué te los mando. Que ya sé que eres muy golosa, pero te sabrán mucho mejor una vez conozcas la historia... Pon agua a hervir, y así tendrás té recién hecho para cuando termines de leer. 

¿Se siguen fabricando los hervidores? Son como jarras que se enchufan y calientan el agua de dentro, aunque no me extrañaría que tú tuvieras uno de esos cacharros modernos que la hacen hervir en segundos. Bueno, como sea: no te pregunto cómo estás porque ya me lo cuentas cada vez que llamo. Esto es algo especial, un regalito por tus buenas notas... y porque sé que nos echas de menos. No hay nada mejor para la morriña que dulces caseros, créeme. Eso, y una buena historia. 

¿Te he contado alguna vez cómo conocí a tu madre? Fue hace muchos años, en la capital, cuando aún no era la capital. Eras muy pequeña cuando la viste por última vez, así que no creo que te acuerdes. Por aquel entonces ni siquiera era la ciudad más grande del país, pero estaba llena de vida y de oportunidades a punto de florecer. Jóvenes de todas partes nos reuníamos en sus calles y lo compartíamos todo: nuestras casas, nuestros coches, nuestros sueños... y de una forma u otra todos estábamos conectados, como una telaraña pequeña y compacta que enredaba poco a poco nuestras vidas.

Seguro que sabes de lo que hablo. Cuando tropiezas en la calle con un extraño, cuando te llevas el último paquete de galletas del supermercado, cuando bajas del bus y dejas un asiento libre... de manera invisible tu presencia se cuela en la vida de los demás, y ellos hacen lo mismo contigo. No lo sabíamos entonces, pero tu madre y yo nos conocimos mucho antes de empezar a hablarnos. Aquella noche de otoño, minutos antes de echarle el cierre mi pastelería, una mujer joven y guapa entró a comprar dulces de almendra. Pagó por dos, pero dejó uno de ellos en el mostrador. Y yo me comí el otro.

Probablemente nos viéramos más veces después de aquella, en bares o en colas del súper, nuestras huellas guiándonos el uno hacia el otro... pero pasaron años hasta que le preparé aquellos dulces como regalo de aniversario y ella recordó aquella vez que, apurada, entró a una pastelería a última hora y se olvidó de llevarse un pastel.

No me enrollo más, que el té debe de estar a punto. Prueba ahora los dulces, la receta es la misma que era entonces. Ah, y por cierto, te he preparado más de la cuenta, en caso de que quieras dejar alguno atrás. Quién sabe, quizá en unos años te sorprenda. Este mundo está cada día más y más conectado, créeme. No subestimes el poder de un dulce casero.

Con cariño, papá.



38-Tu protagonista escribe cartas a una niña de otro continente. Escribe un relato epistolar con esta correspondencia.

A ver, os explico: Esta semana ha sido muuuy larga, y han pasado muchas cosas. Para empezar el relato que publiqué en Lektu, La serpiente que devoró la luna, está pegando fuerte. Ha llegado al top 8 en tendencias, y estoy recibiendo un montón de apoyo y críticas positivas... no sabéis lo mucho que os lo agradezco, en serio. Lo que en un principio parecía un fracaso se ha convertido en una de mis mayores motivaciones para seguir escribiendo. 

Y precisamente por eso... he tenido muy poca energía para seguir con los Retos de Literup. No me malinterpretéis: me parecen geniales y me han ayudado muchísimo. Gracias a los retos he conseguido una rutina más o menos estable de escritura (mejorable, ¡pero es una rutina!) y he practicado con géneros e ideas que no pensé que sería capaz de desarrollar. Pero creo que es hora de pasar página, y de empezar a escribir por mi cuenta. 

¿Voy a detener los retos? Por supuesto que no. A cabezonería no me gana nadie. A falta de 14 relatos para cumplir con el reto, y teniendo en cuenta que ya he completado casi el 75% del desafío... no me apetece rendirme. Será una tontería, pero quiero la medallita. Quiero poder decir "eh, que sepas que durante un año hice un reto de escribir un relato por semana, y lo terminé".

Lo que sí quiero decir es que, seguramente, le dedique mucho menos tiempo y esfuerzo a partir de ahora. Pongo por ejemplo este relato. No me gusta, no estoy conforme con él, lo escribí anoche medio dormida y mientras veía streamings en Twitch... pero ahí está, terminado. Por supuesto, si alguno de los temas restantes me llama mucho la atención haré un relato más trabajado, pero creo que este reto se basa más en ganar constancia que en sacar 52 obras de arte. 

Voy a parar ya, que al final voy a escribir más comentario que relato... ¡nos vemos la semana que viene (técnicamente esta) con el siguiente Reto Literup! 

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

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