9/06/2020

Agencia de Héroes, I

Por las calles de Shinjuku caminaba un hombre que tenía alas negras. Las llevaba plegadas a la espalda y una de ellas estaba parcialmente vendada en la unión con el omóplato, bordeada por un pequeño reguero de sangre; y aún así a nadie parecía llamarle especialmente la atención. Aunque la mayoría de los transeúntes tenían un aspecto ordinario de vez en cuando Tenshi se cruzaba con personas de apariencia peculiar, como una niña con la piel cubierta de hojas o una mujer con rasgos de mapache. Las alas heridas de Tenshi no eran más que una rareza esperada en un mundo de lleno de rarezas, así que, en realidad, lo que más llamaba la atención de él era que llevaba gafas de sol aunque ya era casi de noche.

Shinji llevaba un rato en la puerta de la estación, recostado contra una de las columnas de la entrada y haciendo rodar una pequeña esfera de agua entre sus dedos. Se había cambiado de ropa, pero seguía llevando su característico pañuelo rojo atado en la cabeza. En cuanto vio a su compañero le saludó desde lejos y esperó a que este se acercara. 

— La jefa dijo que había que ir de incógnito — dijo Shinji con una sonrisa mientras señalaba las alas —. Aunque la verdad es que cuesta reconocerte sin...
— Sin la chupa de cuero, lo sé. Yo también me siento raro sin ella — Tenshi encogió los hombros para recolocar las alas —. ¿Y Shun? 
— Dentro, supongo.

Tenshi sacudió la cabeza y entró a buscarlo. Shun esperaba en un banco cercano, vestido con vaqueros negros y un jersey azul de rayas. Llevaba el cuello decorado con collares de piedras, y sus guantes no le cubrían la punta de los dedos.

— Vaya — Tenshi no pudo contener una sonrisa —. Te queda bien el... eh... no uniforme.
— Gracias — Shun se rió, sonrojándose —. Tú también estás genial, aunque he de decir que echo de menos la...
— La chaqueta, sí —. Esta vez fue Shinji el que los interrumpió, dando una fuerte palmada entre ambos —. Menos charla y más trabajo, que no quiero estar aquí toda la noche.

La actitud de Shun cambió de pronto, dejando caer la sonrisa coqueta y cambiándola por una seria fachada.

— Está bien. Dejad que hable yo, vosotros solo me seguís. No toquéis nada, no os separéis de mí y, por favor, que nadie llame la atención. ¿Queda claro?

Ambos asintieron y los tres se perdieron por las calles de Shinjuku. En apariencia solo es un barrio turístico y comercial, pero entre sus callejones se esconden bares que solo los naturales de Tokio frecuentan, locales de ramen en los que solo caben tres parroquianos y negocios de origen y propósito cuestionable. El bullicio de la ciudad se adormecía conforme más se adentraban en la telaraña de edificios, y justo cuando el mundo parecía haberse quedado en silencio Shun giró una esquina y se metió en un pequeño local.

Era estrecho, muy estrecho; tan solo una barra de bar con taburetes que casi bloqueaban por completo el pasillo. Al fondo había una pequeña puerta y unas escaleras ascendentes, en las que descansaba una mujer mayor fumando un cigarrillo. Su solo aliento llenaba el local de humo pero no lograba camuflar el olor a pescado, soja y especias. El único cliente, un hombre con los ojos inusualmente brillantes, se encontraba sentado en la otra esquina sorbiendo fideos blancos y carnosos de un cuenco de caldo humeante, con una gamba rebozada flotando en su superficie. Ninguno de los dos se inmutó cuando Shun se sentó en la barra, lo más cerca que pudo de la mujer.

— Ponme una cerveza — pidió, dejando un puñado de monedas sobre la superficie de madera.

La mujer se incorporó despacio y sacó un botellín de Asashi junto con un abrebotellas viejo. Shun destapó la bebida y se guardó la chapa en el bolsillo para sacar otra idéntica, pero de color negro. La mujer recogió la chapa y las monedas y en su lugar dejó un papel con dos kanjis garabateados: Seiryū. Shun se bebió la cerveza de un trago y abandonó el local sin mediar palabra.

— Vaya, qué pena —. Shun habló en cuanto se encontró suficientemente lejos del local —. Siempre me mandan al Este. Supongo que no le interesa revelarme el resto de emplazamientos.
— ¿Entonces está aquí? ¿Nos va a recibir?
— Claro. Probablemente ya sabía que veníamos.

Shun hizo un gesto y les guió a través del barrio hasta alcanzar un edificio alto y estrecho que estaba escondido en un callejón. Allí ni siquiera llegaba la luz de las farolas, así que las manos de Shun se iluminaron para desvelar la escena. Al fondo, junto al lado de la puerta y escondido entre las sombras, un único hombre les observaba.

— Las armas al suelo — gritó en cuanto supo que ya le habían visto —. Los otros dos, entregadme algo que confirme vuestra identidad. Cualquier carné con foto y nombre me vale.
— Lo de las armas lo entiendo, ¿pero lo del carné? — Tenshi sacó una tarjeta de su cartera y se la ofreció, vacilante.
— Os lo devolveré en un momento, tranquilo. Ya puedes pasar.

Shun entregó la pistola y Shinji un carné, aunque también creó una pequeña daga de agua que podía esconder dentro de la manga y deshacer en cualquier momento. El hombre cerró la puerta tras ellos y señaló las escaleras, indicando que ya podían subir. No les dejó detenerse ni en el primero ni en el segundo piso, pero se paró justo al llegar al tercero. Ahí esperaba una puerta blindada que contrastaba con el aire abandonado y viejo del resto del edificio.

El guardia la abrió, dejó los carnés y la pistola sobre la única mesa y abandonó la sala. Ahí, sentado frente al escritorio y con una copa de licor en la mano, un hombre extranjero les sonreía con una amabilidad embriagadora y disonante. Tenía los labios finos y los ojos azules, el pelo rubio oscuro engominado ligeramente hacia atrás, y llevaba un reloj de oro en la muñeca derecha. Saludó y señaló a las sillas que tenía delante mientras tomaba los carnés. Los descartó de un único vistazo, entregándoselo de vuelta a sus propietarios.

— Vaya vaya, veo que sois nuevos en este mundillo. No recordaba vuestras caras, y yo lo recuerdo todo... ¿Qué necesitáis, jóvenes héroes?

Tenshi hizo el amago de hablar, pero Shun le detuvo con un gesto brusco. Hablaba él, siempre tenía que hablar él. Sabía las consecuencias de permitir que otros hablaran primero.

— Déjate de rodeos, Arlequín. Ya lo sabes. Queremos información sobre el incidente en Akihabara. 
— Yo tengo toda la información que necesito, chicos —. El Arlequín se lamió los labios, haciendo girar su copa de licor sobre la mesa—. La verdadera pregunta es: ¿cuanto estáis dispuesto a pagar por ella?



36-Haz una historia que integre una descripción de la mejor comida que has probado nunca

¡Buenos días! Dejo esta entrada programada porque, por un pequeño fallo de planificación y circunstancias, al final he terminado este relato antes que el reto nº35... ¡Espero no olvidarme de twittear esto el domingo!

Este reto ha sido muy especial para mí porque esta vez no he tenido que inventarme una historia... ¡estoy narrando algo que pasó en una partida de rol! Hace un par de años conseguí que mis mejores amigos me dejaran dirigir una partida basada en Boku no Hero, con un sistema completamente diseñado por mí (que por cierto, seguramente suba una entrada al respecto en septiembre...), y esta es una de las partidas de investigación que jugamos. Una curiosidad: la improvisé entera. Lo que al principio pretendía ser una incursión rápida por las calles de Shinjuku en busca de mi Arlequín, terminó convirtiéndose en una partida de dos horas y media llena de tensión. Esto que leéis es solo una adaptación de lo que ocurrió al principio.

Y escogí escribir sobre esto porque, aunque no estoy segura de que sea la mejor comida que he probado nunca, la cocina japonesa nunca me falla. Y el udon es uno de mis platos favoritos: unos fideos gruesos servidos en caldo que suelen venir acompañados de gambas rebozadas, verduras, carne... Se me hace la boca agua solo de imaginarlo.

¿Cual es la mejor comida que habéis probado nunca? Para mí hay muchas, porque de verdad que me encanta comer. Podría haber hecho este relato hablando de scones, cocina portuguesa, ajoblanco, arroz a la cubana... 

Por cierto, por si no os habíais dado cuenta, ¡este relato es una primera parte! No quería explicar el "incidente" en Akihabara porque me iba a quedar muy largo, pero entonces vi que el reto 37 es un relato policíaco y me viene de perlas. ¡Así que nos vemos la semana que viene con la continuación! 

Un saludo a todos <3

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario