9/11/2020

Agencia de Héroes, II

No veía a nadie más. Creí que estaba sola. Al menos, todo lo sola que se puede estar en una escena del crimen, con un cadáver hinchado y de gesto grotesco postrado en la cama. Pero aún así sentía que algo me observaba, algo siniestro que impregnaba las sábanas y se filtraba entre las persianas cubiertas de polvo. Y es que en este mundo de héroes no te puedes fiar ni de tus sentidos ni de aquello que parece obvio, así que tuve que pedir refuerzos. Por si acaso.

La Agencia de Yamane Emi había abierto recientemente, pero ya se había hecho eco entre los agentes de la ley por su reciente éxito en el atraco de Ginza. Yo ya la conocía de antes, y precisamente por eso me sorprendía tanto su fama: Emi no podía ser una buena jefa. Nunca fue una investigadora de nivel, ni una policía portentosa; y sus poderes, aunque interesantes, se quedaban cortos a la hora de luchar contra villanos. Se hizo evidente cuando Emi apareció en el hotel con el tobillo vendado, riendo y alegando que se lo había torcido al caer mientras trepaba una tubería... pero Emi tenía algo especial, y era su capacidad para toparse con talentos extraordinarios. Así que la razón de su éxito tenía que deberse, sin duda, al resto de su equipo.

Y aún así solo vino con dos de sus héroes. Una muchacha tímida, de cabello rosado y mejillas redondas, que se presentó como Nanami Ayaka; y un chico-gato sin camisa que simplemente usó su nombre de héroe: Magneko. Original, pero algo vulgar. Yo también hice lo propio.

— Mi nombre es Nitta Mayu y soy la forense de este caso — expliqué frente a la entrada del hotel —. Os he convocado aquí por mi seguridad, ya que últimamente hay asaltos violentos por la zona, y para que ayudéis con la investigación. Por favor, seguidme.

Les guié hasta la escena del crimen: La habitación 302 de un Love Hotel de Akihabara. Un hombre de mediana edad, al que habíamos identificado como Ogura Takeru, se encontraba desnudo en la cama con una soga al cuello y sangre en la comisura de los labios. A su lado un montón de toallas limpias y una carátula de un DVD porno. 

— Bueno, parece obvio — dijo el chico gato inclinándose sobre el cadáver —. Quiero decir, tiene pinta de que ha sido un... accidente.
— No tan rápido —. Me puse los guantes y abrí la caja del DVD —. El disco sigue dentro y las toallas aún están dobladas. Es un montaje.
— ¿Y la cuerda? — preguntó Nanami, algo cortada. 

Me acerqué al cuerpo y separé con cuidado la soga del cuello. Estaba atada con firmeza, pero las marcas que había debajo eran amplias e irregulares.

— Como sospechaba, también la añadieron luego. Parece que lo estrangularon con las manos, y me atrevería a decir que esa es la causa de la muerte. Aunque claro, para confirmarlo necesitaríamos una autopsia.

Me retiré el guante para tocar el cadáver con las manos desnudas, y un pequeño tintineo se difuminó en el aire. Congelar en el tiempo objetos inertes parecía un poder inútil, pero venía bien para conservar cadáveres... o para mantener caliente el almuerzo. Al menos, esos son los únicos usos que le he encontrado. Me dirigí al baño para lavarme las manos, pero la voz de Emi me interrumpió antes de que pudiera abrir el grifo.

— ¡Mayu-chan, mira! ¡En las sábanas!
— Emi, aunque nos conozcamos de antes y sea más joven que tú, agradecería que me hablaras con propiedad... — respondí irritada, pero me detuve al instante al ver lo que me estaba señalando —. Vaya. Bien visto. Ten cuidado, no la toques.

En las sábanas blancas había quedado una leve impresión de una huella de dedos grandes y rechonchos. Me fijé en las manos de Ogura Takeru, finas y huesudas, que no correspondían con las que se habían quedado en la tela. Pero sí con las que estaban marcadas en su cuello.

— Está bien, llamaré al resto del equipo para que le saquen huellas dactilares a esto. Vosotros, deberíais investigar por la zona. A ver si alguien vio a la víctima entrar en el hotel, o si el recepcionista quiere soltar algo. Os esperaré en la entrada. Tened cuidado.

Emi saltó ilusionada y bajó corriendo las escaleras, bramando órdenes al resto de su equipo. Magneko se despidió con una sonrisa llena de colmillos, y Nanami con una profunda reverencia. De nuevo me había quedado sola con el cadáver, y aún así... aún así sentía que algo me estaba observando, que algo no terminaba de encajar. Era un caso sencillo, ¿verdad? Una vez analizáramos las huellas tendríamos a nuestro asesino, y con la investigación de Emi completaríamos el resto de la historia. ¿Entonces, por qué siento que algo falla?

Pasó media hora hasta que la policía forense llegó a la escena y reveló lo que no encajaba, pero entonces ya era demasiado tarde. 

Nuestro asesino no tenía huellas dactilares.



37-Escribe un relato policíaco que empiece con “No veía a nadie más. Creí que estaba sola”.

Buenas tardes... la verdad es que esta ha sido una semana complicada para mí. No tengo fuerzas para escribir, y esto es todo lo que he podido sacar. Como es obvio, la historia está incompleta. El reto 38 es epistolar y no me vale, pero el 39 es un reto de diálogo y creo que ahí puedo cuadrar el resto de la investigación, ya que básicamente consiste en los personajes caminando por Akihabara y hablando con gente para obtener información. 

Sí he de decir que, aunque me encante escribir en primera persona, creo que ese inicio de relato no cuadraba nada con mi estilo y he tenido que usar una primera persona muy extraña y poco fluida... lo siento mucho. La verdad es que no doy para más.

Nos vemos la semana que viene.

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2 comentarios:

  1. Está muy interesante la historia. Hace un montón que no veo MHA, pero el estilo está muy muy conseguido. ¡Deseando saber el final!

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    1. ¡Muchas gracias por tus comentarios! Aunque el blog nunca me los notifica :( La verdad es que yo me vi como dos temporadas de MHA y de ahí ya saqué todo el lore que me hacía falta. Espero que te guste el final, en dos semanas lo saco <3

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