10/30/2020

Ciudad de niebla

Cuando era pequeña me di cuenta de que, si cerraba los ojos muy fuerte y me quedaba muy muy quieta, era capaz de saber dónde estaba el norte. No lo entendía entonces, pero aquella dirección tiraba de mí igual que hace orienta las agujas de las brújulas. Si empiezo a caminar sin rumbo por la ciudad siempre acabo yendo al norte, hasta que el mar me corta el paso y el agua me saca del trance; y entonces me siento en la orilla y me pregunto, con la mirada fija en el horizonte, si habrá otros como yo.

Una vez entendí que aquello que sentía en mi interior era el norte también fui capaz de orientarme en cualquier otra dirección. Era como si ya supiera dónde estaban las cosas las cosas, o como si ya hubiera recorrido su camino muchas veces. La ciudad se había convertido en una fina telaraña y cada lugar relevante una presa en mi red, un impulso débil y vibrante que hace temblar mis entrañas y mueve mis pies en la dirección correcta. Yo no puedo perderme. No necesito mapas.

Y siempre creí que simplemente tenía esa habilidad, como aquellos que memorizan listas larguísimas de números o que son capaces de pintar con los ojos cerrados; orientarme era mi talento, sin más. Pero la ciudad guarda muchos misterios que no se pueden explicar, y la gente que la habita es incluiso más extraña si cabe. Incendios que brotan y mueren en un instante, recuerdos que se pierden y que no regresan jamás, engranajes dorados a los pies de un cadáver. Una noche vi a un hombre volar, con sus alas oscuras recortadas contra el cielo nocturno, y me intenté convencer de que aquello era tan solo un sueño. Me refugié en la escuela, en los cotilleos de los pasillos, en las buenas notas y en discusiones con mis padres, me refugié en helados e historias y mitos antiguos sobre heroes y diosas... Algo palpitaba en mi mente, un deseo incontrolable de saber más: el norte, siempre el norte, y había algo más allá. La imagen de aquel hombre alado me evocaba un lugar. Y estaba cerca. 

Así que lo perseguí. Las serpientes somos muy curiosas, y las tortugas, muy constantes. Cuando interrumpí aquella reunión secreta en la trastienda de una floristería saludé con emoción y, antes de que pudieran decirme nada, le enseñé mi móvil a tres pares de ojos desconcertados. En la pantalla brillaba el nombre de un blog de misterios de la ciudad.

«Sois vosotros, ¿a que sí?», pregunté con una sonrisa pícara. «Y también sois mythos, como yo. Dejad que me una a vosotros».

Y esa es la historia de como empecé a formar parte del mejor grupo de investigación de la ciudad: un grupo de vecinos cotillas en los suburbios. ¡Pero no solo eso! También somos mythos, la misma esencia de un dios filtrándose en el mundo, y vivimos para resolver los misterios que esconde la ciudad de niebla. Yo vivo a través del mito y él vive a través de mí; el límite entre lo divino y lo mundano difuminándose de manera extraña. Una doble vida que me consume lentamente, casi sin darme cuenta, y que de forma invisible define todo lo que puedo llegar a ser.

Mi nombre es Ebime Miller, aunque los antiguos me conocen como Genbu. Yo soy el protector del norte. Yo soy la tortuga y la serpiente.




43-Haz una historia sobre el día a día de un dios. Puedes escoger su cultura y si vive entre nosotros, al estilo American Gods.

¡Buenas! Reto de la semana pasada, a ver si entre hoy o mañana puedo terminar el de Halloween. Esta vez lo he tenido fácil porque he usado un personaje que creé para una partida de rol: Ebime Miller. Es una chica de 16 años que aún sigue en el instituto, pero que resuelve misterios y crímenes sobrenaturales con su grupo de vecinos de barrio. La verdad es que es un personaje divertidísimo de jugar (es muy graciosa, ruidosa y cotilla), y espero poder retomar su partida en algún momento.

El juego de rol es City of Mist, podéis echarle un vistazo. En esencia cada personaje tiene un mythos: una entidad divina, heroica, de leyenda o de cuento de hadas que le da poderes. Para Ebime escogí a Genbu, el dios del norte en la mitología japonesa.

Sigo algo desanimada, y sigo en hiatus hasta diciembre. Esperemos que no se alargue, porque no creo poder aguantar mucho más... De todas formas, nos vemos la semana que viene. 

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

2 comentarios:

  1. El relato te quedo muy bien. El modo en que escribes es sencillo y elegante. Llegar hasta Genbu me gusto, el camino que recorri hssta el me gusto mucho. Un saludo

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