4/10/2020

Treinta y dos

Plié, relevé. Plié, sauté. Pasos sencillos que ejecuta antes de que la música empiece a sonar. Está calentando. Durante unos instantes mantiene la mano izquierda apoyada en la barra, pero rápidamente alza los brazos. Primera posición, segunda, cuarta. Inspira hondo y su torso se eleva suavemente. Inmóvil. Expectante.

La música comienza y empieza a moverse como una estatua que de pronto hubiera cobrado vida. Adagio, principio, pasos lentos y posiciones sostenidas. Se está luciendo, exhibe el control que tiene sobre cada músculo de su cuerpo. El pelo recogido y la ropa ajustada, maquillaje austero y rostro hierático: nada importa más que su danza. Por eso es así. Por eso baila tan despacio.

Las notas de piano aceleran y el grand allegro comienza. Sissone, glissade, entrelacé. Salta y se adueña de toda la habitación, de cada reflejo que retratan los espejos, de cada golpe sordo sobre el parqué. La emoción le inunda y alimenta sus pasos, le arranca una sonrisa de los finos labios. A su alrededor se descubren ojos de asombro y susurros de envidia, pero solo le importa una mirada: la que observa en silencio y alza las cejas, la que desliza el lápiz sobre el papel. ¿Qué ve en esa mirada? Parece inquieta y vibrante, como si esperara algo. Como si fuera insaciable.

Se detiene. Un instante que parece eterno, la anticipación que despiertan sus gestos, y aunque parece haber terminado la música se enfurece. Los pies planos contra el suelo, los brazos extendidos. Exhala, y entonces gira.

Fouetté en tournant. Como si el viento meciera sus pasos, como si un lazo enroscado le hiciera virar, como si la inercia no dependiera de su propio cuerpo. Todo el salón contiene el aliento. Uno, dos, tres. Cinco, siete, diez. Contiene el orgullo y se deja llevar, ignorando el control que le impone la música, dejando que esta muera mientras aún baila. Sabe cual es el número que busca. Doce, quince, diecisiete, veintitrés. No es suficiente, aún no. Solo cuando alcanza los treinta y dos fouettés clava las puntas de nuevo en el suelo, los brazos alzados, la sala en silencio. El corazón acelerado. 

El mundo a su alrededor se detiene y entonces sonríe con antelación, pero no escucha los aplausos. El silencio se mantiene y las miradas se congelan, algunas con horror y otras con pena, pero ninguna compasiva. Un aire helado le paraliza los músculos mientras baja la cabeza, y entonces lo entiende.

Se ha desplazado. Sus pies, que al principio estaban en el mismo centro de la sala, ahora se encontraban un palmo más a la izquierda. Ha perdido el control. Otra vez.

Corre a la puerta y suplica, reinicia la música, grita para rogar atención mientras se sacude las lágrimas del rostro. Pero el director ya se había marchado. No había nada más que pudiéramos hacer.



15-Haz que tu relato termine con “No había nada más que pudiéramos hacer”.

A ver, lo admito, he escrito un relato bastante rarito para este reto. Y con este tema se me ocurrían un montón de ideas, la mayoría de terror o policiacas, pero... no sé por qué, he querido hacer esto. Ni siquiera sé nada sobre el ballet. Pero al leer la última frase se me venía un sentimiento amargo y frío de desesperación, y creo que quería centrarme en esa sensación en vez de crear una historia.

También creo que es la primera vez que subo aquí un relato más experimental y menos narrativo. Disfruto mucho escribiendo de esta forma tan dramática, pero creo que no es para todos los gustos. ¿Preferís mi forma habitual de contar historias? Normalmente reservo este estilo para momentos emotivos o escenas muy concretas porque creo que es demasiado empalagoso, pero a lo mejor estoy siendo demasiado crítica conmigo misma.

En fin, ¿habéis notado que lo he escrito en género neutro? Hacia mitad del relato me di cuenta de que,  de forma insconciente, no le había dado género a nuestro protagonista, así que decidí seguir con ello. Ha sido interesante, ya que al estar en tercera persona he tenido que evitar todos los pronombres.

Bueno, es tarde y estoy algo cansada, así que me despido aquí. Hasta la próxima.

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

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