10/18/2024

"and your beating heart has gone insane, is always resonating..."

TW: Descripciones desagradables, muerte, sangre, insectos, vísceras, un poco de todo.

A estas horas eres la única sombra que se dibuja entre los contornos de la taberna. Tus padres no están, aunque su sangre permanece entre las grietas del suelo de la cocina —como la tuya en el escritorio, camuflada en el corte seco de una muesca—, y el cráneo de tu madre reposa en algún lugar cercano. Le besaste las huecas mejillas antes de subir a tu habitación. Susurraste una despedida que solo ellos escucharon, incapaces de interpretar la cadencia en tu voz. Y aún así les diste las gracias.

Nadie te acompaña esta noche, aunque sería un error decir que estás sola. Hasta ahora has encontrado consuelo en el frío suelo de una cripta subterránea, en el olor a serrín y el repiqueteo del metal; incluso en lo más profundo de la tierra y en su infame hierba sin sol has podido hallar el descanso, pero aquí no. No crees ser capaz de volver a dormir en una habitación vacía. 

Recuperas tu forma al desprenderte de tu mano izquierda y de una de tus piernas —te desprenderías de aún más, porque te queman, porque lo ansías, pero por el momento siguen unidos a tu cuerpo—, y te dejas caer en la cama de tu infancia. No lo ves, pero en lo más profundo del colchón aún queda una mancha sanguinolenta, recuerdo de tu última ofrenda. Apoyas la ausente extremidad justo encima. Hoy nadie te dará las buenas noches.

Dejas la mariposa en la mesilla y escuchas su aleteo incorpóreo. Has dejado de fingir que sabes por dónde entran las hormigas a tu habitación, que por la ventana tapiada se cuelan a veces las cucarachas y las moscas sin saber muy bien por qué. Si estuvieras loca, piensas, jurarías que habitan en tu sangre y en tu carne, que se deslizan silenciosos entre los pliegues de tus entrañas; pero sabes que en realidad siempre están ahí, fuera de tu campo de visión, en algún lugar indeterminado bajo el suelo y las paredes. La mariposa ha vuelto a tu cabello mientras parpadeabas. Quizá sea la única que sobreviva al invierno.

"No creo que a nosotros nos espere nada bueno tras la muerte", recuerdan los ojos de aquel que no puede morir del todo. Te remueves en la cama, incómoda, porque todo tu cuerpo te estorba. El hambre te desgarra desde el interior, ansiando quebrar la superficie de tu piel. Ojalá te brotaran alas, rasgando tu espalda, grotescas y carentes de sangre y huesos. Ojalá no tuvieras que volver a caer, que volver a enterrar tu rostro en la tierra, llorar y trenzarte la nostalgia en el cabello. Si tan solo fueras un poquito más fuerte, si tan solo tu cuerpo se deshiciera en retazos informes y revelara tu corazón desbocado, siempre resonante...

Un centenar de promesas te mantiene unida y entera, y si tus raídas manos te lo permitieran escribirías en sueños que ansías morir de vieja. Pero te atormenta la certeza de que un día se te agotará la paciencia, y entonces no te quedarán suficientes huesos.



Pues segundo relato que escribí sobre Cendra. Este no tiene hilo narrativo ni nada, solo pura emoción que necesitaba sacar por alguna parte. No esperaba que esto lo leyera nadie, si os soy sincera, pero creo que quedó "bonito" y que, sobre todo, define muy bien a Cendra. Quería liberar un poco la frustración y la impotencia que sintió con la muerte de su madre, el rescate de Maleneth del Consorcio, y la inminente llegada del Invierno.

El título es parte de la letra inglesa de Mesmerizer, que en sí no tiene nada que ver con el personaje pero justo justo esa frase me inspiró muchísimo. También me dio por escribir esto en segunda persona porque justo estaba leyendo Harrow la Novena y ahí utilizan muy bien ese recurso.

10/14/2024

Monarca

TW: Cadáver, sangre, autopsia, amputación.

El cadáver abotargado encontró su lugar de descanso en el sótano de una zapatería. Por fortuna su alma ya se encontraba muy lejos y, abierto desde la garganta hasta la pelvis, se dejaba examinar por tres pares de ojos curiosos y las hábiles manos de un zapatero experto en remiendos. Los órganos estaban siendo cuidadosamente retirados y limpiados, algunos de ellos aguardando la sangre de su nuevo dueño, y otros eran descartados con no más utilidad que la de ser carnaza para los perros. Los cortes, rápidos y precisos, eran más semejantes al despiece de un animal que a la disección de ser humano. El zapatero detuvo su labor en el hígado, que aún permanecía unido al cuerpo, y lo trazó con la yema de sus dedos.
— ¿Y bien? ¿Qué me podéis contar sobre esto?
Cendra separó los labios para responder, pero otra voz se adelantó.
— Cirrosis —respondió con firmeza Yebedel—. No parece grave, pero se aprecian algunas cicatrices en la superficie. Eso, y un exceso de grasa notable
 — No parece que tenga mucha grasa abdominal —señaló Cendra, mirando la capa de piel, músculo y grasa que reposaba a los lados del cadáver—. Es decir, no más de lo habitual.
— Le daría a la bebida, seguro —. Irah echó un vistazo por encima del hombro—. Por suerte parece que no afectó mucho al corazón. Aún se puede usar.
El zapatero no intervino en la conversación, y siguió diseccionando con pericia el resto de órganos. Uno a uno, sus estudiantes clasificaron las vísceras, y las piezas más correctas terminaron depositándose en una cámara con hielo. Irah miró con tristeza el rostro del fallecido, que ahora carecía de ojos y cuyos párpados se hundían sobre las cuencas como frágiles despojos de tela.
—¿Cual cree que fue la causa de la muerte, señor?
—No es relevante —replicó Fujimoto, cubriendo el cuerpo ya vacío con una lona limpia—. Aquí no se diagnostican muertos, ni se le hacen preguntas de más a los pacientes. Solo se zurcen o se descosen.
Irah asintió y devolvió la mirada a sus compañeras, cohibida. Yebedel habló de todas formas.
—Tormento, seguro. Tiene los pulmones encharcados.
—O le metieron la cabeza en un barreño durante una pelea de bar—añadió Cendra encogiéndose de hombros—. No hay forma de saberlo.
—Pero murió ahogado.
—Sí, eso sí. Ahogado y olvidado, porque de otro modo no hubiera acabado aquí.
Los estudiantes charlaban en voz baja mientras se retiraban las batas y se lavaban las manos, desprendiéndose de cualquier rastro de su oficio. El ambiente, aunque animado, aún seguía bajo la influencia del solemne silencio de la clínica clandestina. El repicar de la lluvia se escuchaba lejos, en la superficie, y el ruido de las alcantarillas abastecidas por la lluvia creaba un suave rumor que serpenteaba por las paredes. El sótano olía a humedad, antiséptico, y un leve sabor metálico a sangre fresca.
—Cendra, la mesa.
Al escuchar su nombre Cendra dejó caer sus bártulos y giró sobre sus talones. Ni siquiera se despidió de Irah y Yebedel, que marchaban por las escaleras entre susurros livianos. Hoy le había tocado a ella recoger. Mientras ordenaba las tijeras y desinfectaba la mesa, se preguntaba qué criterio usaría Fujimoto para decidir cuál estudiante se quedaba atrás. Algunos días no llamaba a nadie, incluso si la clínica se encontraba hecha un desastre, y cuando lo hacía parecía ser una cuestión de azar. Aun así, le extrañaba que alguien como Fujimoto dejara algo a suertes, incluso las cuestiones más mundanas.
—Ya está, señor —. Cendra se colocó junto a las escaleras, con los brazos cruzados a sus espaldas—. ¿Algo más?
—Las manos.
Un ligero rastro de exasperación en su voz. Cendra chasqueó la lengua y se dirigió cabizbaja al lavadero, donde el mismo Fujimoto se encontraba limpiando los bisturíes. Cendra se colocó a su lado y se remangó el grueso jersey hasta el codo, sumergiendo las manos en el agua fría y jabonosa.
Entonces la atrapó un gesto rápido, preciso. Quizá demasiado firme para un cirujano.
—¿Qué me puedes contar sobre esto?
Fujimoto sostenía la mano izquierda de Cendra por el contorno de la muñeca. Pequeñas burbujas de jabón se atrapaban entre los pliegues de la palma y entre los nudillos. Restos de sangre teñían la punta de las uñas, todas excepto aquella que ya no estaba. El dedo meñique se interrumpía un par de centímetros por encima de la base.
—Accidente de cocina.
Cendra no miraba su mano, sino que mantenía los ojos impasibles en el rostro abstraído de Fujimoto.
—No te he preguntado qué ha pasado. Examina la herida. ¿Qué ves?
Giró la muñeca aún bajo el agarre del doctor y dobló los dedos en su dirección.
—Un corte limpio, reciente. Parece que atravesó la articulación y cercenó el dedo de un solo gesto. Un objeto bien afilado. —Titubeó un instante antes de continuar—. Es una herida que hubiera sanado mejor con puntos, pero parece que la desinfectaron correctamente y pudo curarse sin problema.
—¿Daño en los nervios?
—No tengo. Quiero decir —carraspeó—, podría afectar al nervio cubital. Es posible que el paciente experimente dolores y hormigueo fantasma unas semanas después de la amputación.
Fujimoto alzó una ceja y finalmente soltó la muñeca. Cendra volvió a introducirla en el agua, escondiéndola bajo la superficie cubiera de espuma, y concluyó.
—Le recetaría analgésicos si fueran necesarios, y una pauta de antiinflamatorios. Y recomendaría más cuidado en la cocina.
—No está mal.
Cendra dejó escapar un suspiro profundo y terminó de limpiarse las manos. Fujimoto siguió hablando sin mirarla, como lo hacía cuando impartía lecciones al resto de sus alumnos.
—Sabes, para la próxima vez también tienes que fijarte en los detalles que rodean la herida. Por ejemplo, por la forma en que ha cicatrizado e´ muñón, yo diría que el corte se hizo de dentro hacia fuera —Fujimoto continuó la explicación colocando la mano izquierda en el borde de la pila, con la palma hacia arriba, y tomando un bisturí en su mano derecha—. Es decir, como si tuvieras la mano apoyada en su dorso. ¿No es una forma algo incómoda de cortar verduras, Cendra?
Imitó el gesto de un cuchillo con el bisturí, y poco a poco lo aproximó a su mano. Cerró el puño como si sostuviera algo entre sus dedos, y extendió el meñique de forma extremadamente antinatural. Conforme el bisturí se acercaba era evidente que no había forma de cortar el contenido de la mano y el meñique al mismo tiempo. Incluso si el cuchillo resbalaba de forma estrepitosa, el ángulo de corte seguía sin ser el correcto.
—Entiendo —Cendra se secó las manos con un pedazo de tela limpia, de nuevo mirando fijamente a los ojos de su tutor en vez de al bisturí peligrosamente cerca de su mano, que seguía ondeando en el aire como si fuera un cuchillo—. ¿Es importante saber en qué dirección se ha producido la amputación para su tratamiento?
—En este caso, no. Pero podría llegar serlo. Fíjate en ello de aquí en adelante
 —Lo haré, señor.
Cendra regresó a las escaleras y tomó su faltriquera. De nuevo se colocó con los brazos a la espalda, acariciando suavemente el tosco relieve del jersey. Ahora el silencio era aún más evidente, solo interrumpido por el constante siseo del agua en el suelo, en las paredes, y al fondo de la sala donde Fujimoto aún lavaba sus utensilios.
—¿Algo más?
—Nada más. Buenas noches. Y pide a tus padres que te den un cuchillo romo la próxima vez.
Cendra subió las escaleras y se introdujo en la trastienda de la zapatería, que esperaba a oscuras a que el último turno de enfermeras dejara de perturbar su inocencia. Aquí el aroma era distinto, a cuero y polvo; la humedad era fresca y goteaba en los goznes de las ventanas. Cendra alzó la mano izquierda hacia el delicado broche de mariposa que le decoraba el pelo. El insecto agitó las alas, feliz de ser liberado de su inmóvil labor, y trepó entre sus dedos, deteniéndose en aquel al que ya le faltaban dos fragmentos. Susurró, y sus labios aletearon a pocos centímetros de su anular, haciendo temblar los finos huesos.
—Más nos vale que el cuchillo esté afilado.



El primer relato que terminé sobre Cendra, mi "druida" de los invertebrados y fuente de inspiración y ansiedad favorita. Se trata de una escena ficticia con su maestro donde imaginé que le preguntaría sobre el dedo que le falta. Mi idea era escribir una continuación cuando que se amputara algo más, pero Fujimoto está muerto y a Cendra le faltan ya un par de extremidades. Ya escribiré sobre ello en otra ocasión.

PD: La mariposa que siempre lleva Cendra en el pelo es una mariposa monarca, de ahí el título.

10/13/2021

As de Bastos

Llegará el día en el que prendan las banderas. Ondearán estandartes sobre la ceniza, yugo viejo soportando el peso del yugo nuevo, y sentirás la sangre que se drena bajo tus pies. Lamentarás no haberla derramado cuando tuviste el momento, pero también lamentarás no haberte arrodillado a tiempo. Y aunque solo una sangre te importa más que la tuya propia, aunque esa única promesa permanezca intacta, llorarás por todo aquello que has perdido.

Llegará el día en el que te aten tus pecados. El peso de un pacto dejando surcos en el suelo; tan profundos que muy pronto ya solo te quedará un camino. Unos ojos vacíos que perdieron la fe hace ya demasiado tiempo, cicatrices que no significan nada, pero que tensan tu piel y dibujan un destino forjado de nacimiento. Tantos puentes consumidos por las llamas, tanto humo que te nubla la vista.

Llegará el día en el que el mismo tiempo te ahogue, implacable, y se lleve consigo todo aquello que jamás fue tuyo por derecho. Persiguiendo sueños que la propia existencia te ha negado pero que ella misma te alienta a buscar, como un cruel juego en el que tus lágrimas alimentan las mías, en el que tu corazón acelerado solo late cuando así se lo permite mi voz.

Llegará el día en el que vuelvas a mí, sollozante, con las manos atadas y solo dos deseos en los labios: una segunda oportunidad, o un último milagro. Llorarás de rodillas y con una espada entre las manos, implorando una clemencia que, por desgracia, jamás podré prometerte.

Porque ese día, Kelek, no seré yo quien sostenga los dados.

3/20/2021

Er0s

¡Buenos días a todos! Y feliz cumpleaños para mí :3 Así es, hoy es 20 de marzo. y como motivo de esta festividad tan importante he decidido editar, por fin, el primer relato que escribí este año 2021. ¿Todo el mundo listo? Tachán~

Er0s es un relato corto de ciencia ficción (sí, ya llevo dos relatos scifi seguidos, lo siento) que trata sobre una periodista que consigue una entrevista con Selene, una famosa actriz porno que se ha ganado su fama mediante una nueva tecnología que permite simular el contacto físico. Yo lo consideraría ciencia ficción social, con un mensaje muy agradable y calentito de sororidad.

No consideraría el relato +18, pero sí que hay menciones a desnudos, pornografía y sexo, así que absteneos de su lectura si alguno de estos temas os causa mucho desagrado.

Como siempre lo tenéis en Lektu en formato pdf, epub y mobi, y lo podéis descargar de forma gratuita tan solo dejando un tweet o un mensaje en vuestro muro de facebook. Cada descarga ayuda a difundir mi nombre, ¡así que muchísimas gracias! Pero como siempre, si queréis la versión en pdf sin líos podéis buscarla en la página de Archivo del blog.

Y perdonad si últimamente no hay mucho contenido en el blog, ¡es que llevo dos meses escribiendo una novelette! Esta vez toca género romántico y fantástico, que no lo había tocado mucho pero que me está resultando muy divertido de escribir. Tarde o temprano podréis leer a mis #SáficasSobrenaturales y podré añadir una segunda novelete a mi catálogo, ¡me hace muchísima ilusión!

Que tengáis buen día, y espero que disfrutéis de este relato :3

1/02/2021

Mi experiencia en los #52RetosLiterup

¡Buenos días a todos! Hace tan solo dos días completé este increíble viaje de la mano de Literup, y para darle un buen punto final he querido hacer una última entrada con este hashtag en la que hablaré de mi experiencia, todo lo bueno y todo lo malo, y si os recomiendo participar en el reto de 2021.

Literup introduce su reto como una manera de salir de tu zona de confort y de cumplir el típico propósito de año nuevo que nos hacemos los escritores: Escribir más. Consiste en escribir un relato cada semana del año, de ahí los 52 retos, usando sus prompts o ideas para darte una chispa de inspiración o ponértelo un poco más difícil. También existe una variante más relajada en la que puedes escribir 12 relatos de la lista.

Yo empecé con el reto por varios motivos: porque mi propósito era escribir más y me parecía una manera fácil de comenzar, porque andaba corta de inspiración y porque, sobre todo, necesitaba constancia. Llevo muchos años trasteando con la escritura pero jamás he sido capaz de motivarme durante más de dos semanas, así que necesitaba algo para obligarme a ponerme en forma. Y he de decir que han funcionado de fábula.

Me he demostrado a mí misma que puedo escribir de forma habitual (no todos los días, a veces no todas las semanas... pero lo he convertido en una especie de hábito que tiene hueco en mi rutina diaria), he experimentado con géneros distintos y he descubierto nuevos rumbos que quiero tomar y, lo mejor de todo, he descubierto que la inspiración se puede forzar. Me he pasado años intentando forjar pequeñas historias, estrujándome el cerebro en busca de ideas... pero conforme avanzaba con los retos se me venían conceptos nuevos a la mente que apuntaba en una libreta para tratarlos en un futuro. Y 2021 es ese futuro.

Pero no todo es bueno, os he de ser sincera. Ha sido muy duro y muy frustrante obligarme a escribir incluso cuando estaba enferma o no era capaz, pasarme horas por la noche para dejar cien palabras mal escritas con tal de sacar el relato a tiempo, agobiarme cuando veo que se me echa el tiempo encima... A mediados del reto empecé a hartarme un poco de escribir lo que me imponía la lista, porque estaba deseando centrarme en mis propias historias, y noté que la calidad de los relatos bajaba al mismo ritmo que mi motivación. De los 52 relatos que he escrito para este reto, solo estoy conforme con diez. 

¿Os recomiendo participar en los 52 Retos Literup de 2021? Si vuestro propósito de año nuevo es escribir más y no sabéis muy bien el qué, o queréis mejorar vuestro estilo, os lo recomiendo al 100%. He aprendido muchísimo y estoy muy contenta de haber completado un reto tan grande. Si lo que queréis es practicar de vez en cuando os recomiendo la variante de 12 relatos, a no ser que tengáis mucho tiempo libre. Si tenéis ideas propias en la cabeza y os morís por darles vida... creo que es mejor que escribas tu propia novela, sin rodeos.

Y por supuesto, como soy una grandísima nerd, ¡aquí van las estadísticas! Disfrutad del nuevo año :3

  • El relato más popular ha sido Alas blancas, un pequeño extracto de una novela que pretendo terminar en un futuro muy, muy lejano. ¡Muchas gracias! Cinza os agradece el apoyo.
  • El menos popular es, por ahora, el último relato de los retos, El fin. Aunque el segundo puesto es Por los débiles, un extracto de la misma novela que el más popular... ¡Muy curioso! He de decir que a mí tampoco me gusta ese relato.
  • Mi reto preferido tuvo que ser el 6, el de escribir una historia sin usar gerundios. Sin duda fue el relato con el que más aprendí. 
  • Y no hay retos que me gustaron menos, pero creo que tengo que señalar el 24 como el reto más polémico. Me encantó descubrir el género afrofuturista y fue uno de los que más me inspiró, pero no me sentí cómoda escribiendo un relato del propio género tal y como pedía el reto, y acabé haciendo una historia scifi sin más. He revisado los retos de este año y no parece haber nada tan controvertido, ¡bien por ellos!
  • Mis relatos favoritos son —lo siento, no puedo escoger solo uno— Que ardan todas, El Rey de Amarillo, Alas Blancas, REM y Así fue como incendiamos la cantina. Sin orden particular :3
  • Como tenga que decir mis relatos menos favoritos, no acabo la entrada...
  • Los relatos con más palabras fueron Romper el hielo y Semper fidelis, ambos con más de 2000, y el más corto fue Interludio, que es todo diálogo. La media está en casi 1000 palabras.
  • La mayoría de mis protagonistas eran personajes femeninos, y un 60% del tiempo escribí en primera persona.
  • El género más popular es, para sorpresa de nadie, la fantasía. Y el que menos el misterio, ¡y eso que es mi favorito! Pero se me da bastante mal escribirlo T^T
  • He descubierto que me encanta escribir sci-fi y que aborrezco el realismo... pero he escrito casi el doble de realismo que de ciencia ficción. Vaya.
  • Y por último, el total de palabras es... 50k. ¡Es prácticamente una novela! Impresionante. Muchas gracias por haberme apoyado en este viaje. 





12/31/2020

El fin

Éramos una decena al llegar a Finne, pero solo regresamos nueve. Y ninguno queríamos abrir el pico. Nos interrogaron a todos y todos dijimos lo mismo: que no sabemos qué ocurrió, que de repente Niko ya no estaba y que nos dimos la vuelta sin más. Y siempre hacen las mismas preguntas. ¿Por qué no le buscamos? ¿Qué vimos allí? ¿Por qué guardamos silencio? Pero la respuesta nunca cambia.

Vosotros haríais lo mismo.

Las teorías sobre aquel viaje a Finne se esparcieron igual que la luz se dispersa sobre una habitación oscura: de forma caótica, veloz y sujeta a libre interpretación. Algunos decían que se trataba de un accidente vergonzoso, otros que le asesinamos entre todos, y una vez llegué a escuchar que en realidad todo era una conspiración más del gobierno. Pero todos tenían clara una cosa, y es que la única manera de hallar respuestas era regresar a Finne.

Aquella vez mandaron ocho, pero solo volvieron siete. Y su silencio era aún mayor, pues ninguno de los integrantes fue capaz de pronunciar ni una sola palabra. Era como si aquel viaje les hubiera robado la voz, la conciencia y el leve brillo en los ojos que demuestra que aún sigues con vida. La situación empeoró, las revueltas brotaron y al final decidieron probar algo nuevo. 

Mandaron a seis personas. Cinco de ellos eran altos cargos del gobierno, gente de bien, y un periodista afortunado al que permitieron documentar la expedición. El otro era yo. Supongo que creyeron que una vez allí les contaría la verdad. Así que accedí a guiarles y me volví a encaminar a Finne.

Y en cuanto llegamos al planeta arenoso y rojizo ocurrió otra vez, aterrizamos la nave y la gobernadora ya no estaba. Y aunque la buscaran por todas partes y me amenazaran con partirme las piernas todos sabían que no iba a aparecer. Tras deliberarlo decidieron salir de la nave y buscar por los alrededores, por si la mujer se encontraba fuera, pero yo me negué.

Salid si queréis respuestas. Pero yo no puedo ayudaros.

Los cuatro salieron con toda la determinación que pudieron reunir, y al cabo de un rato solo regresaron... tres. Y los tres volvieron con el mismo rastro de horror en sus ojos, el rostro contorsionado en una extraña expresión inerte. Nos miramos en silencio, entendiendo en la ausencia más de lo que podríamos entender con palabras, y se dirigieron al interior de la nave. 

Pero yo me quedé atrás. No se puede pisar Finne dos veces; o sales vivo y no regresas jamás, o sucumbes al misterio que guarda su nombre. Así que salí de la nave y hundí mi cuerpo en la arena, solemne, dejando que el cálido abrazo de la tierra me envolviera suavemente. La nave despegó y durante unos instantes yo fui el único habitante de Finne, hasta que un tentáculo monstruoso surgió de las profundidades del desierto y me ahogó en la arena. Igual que había visto morir a Niko. 

Y no quedó nadie en Finne.



52-Última semana del año. Haz un relato en el que se intercale una cuenta atrás desde diez.

Entre gambas y uvas, apurando el último día del año y preparándome para despedirlo, os dejo, por fin, el reto 52. Y hoy más que hablar del relato quiero ponerme ñoña un momento.

Este año ha sido terrible en muchos aspectos, pero a nivel literario es como si hubiera vuelto a nacer. Me abrí el blog a finales de 2019 sin saber muy bien por qué, con la única intención de intentar que la gente leyera mis cosas y de motivarme a escribir un poco más. Poco después encontré los retos Literup, y a partir de ahí he comenzado un viaje en el que he descubierto que puedo escribir con constancia (casi todas las semanas del año, al menos), que alguna idea buena me queda, y que a la gente le gusta lo que escribo.

He encontrado una comunidad de lectores y escritores que, de verdad, me ha cambiado la vida. He vuelto, después de tantos años de miedo y vergüenza y de esconder mi escritura bajo la almohada, pensando que no merecía la pena. Muchísimas gracias por todo.

Que el nuevo año os traiga todo aquello que pedimos al 2020 y que se nos fue arrebatado. Felices fiestas, y no dejéis que os devore un monstruo de la arena. Porque esto no es el final.

Y por última vez, si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.

12/28/2020

Veinte metros nada más

Trigger Warning: Descripciones desagradables, vómito, sangre.

La hora se acerca, y con ella el ambiente se enrarece y el escándalo comienza. Escucho gritos a través de las paredes, explosiones a lo lejos y un retumbar extraño que se repite una y otra y otra vez. Lo acompañan cánticos, fuegos dorados y tintineos fugaces. La sensación de horror se incrementa a cada instante, pero sé que no puedo escapar. Hoy no.

Alguien pronuncia mi nombre. Es hora de marchar. Me arrastro por el pasillo y me inunda un olor nauseabundo y grasiento que se impregna en el pelo y la piel. Los ropajes que me han proporcionado son incómodos y antinaturales, tela áspera y fina que se me pega al cuerpo y revela formas que nadie más debería ver. Noto que sus ojos me desnudan, me juzgan, se burlan y se ríen con descaro. Hablan de mí. De sus lenguas viperinas solo surge veneno.

Me sientan en la mesa y un aberrante banquete se despliega ante nosotros. Empiezo a comer con las manos temblorosas —no pararán de molestarme hasta que me llene, hasta que el vómito me llegue a la boca y el estómago se desgarre por dentro—, y mientras tanto sus voces me taladran las sienes. Sonrío, mostrando mis colmillos y contorsionando el rostro en expresiones exageradas para intentar satisfacerles. Me muerdo la lengua con tanta fuerza que el sabor de la sangre se mezcla con el de la carne putrefacta y la grasa que me recorre la garganta. 

Pero poco a poco el disfraz se desvanece y comienzan los gritos. Un aroma amargo y dulzón embriaga el ambiente, nublando la poca bondad de queda en sus corazones; me rasgan la piel y los brazos y sus risas mezquinas me cortan el aire, azúcar y miel pintando sus labios, incendios en el cielo y comida que se pudre entre nuestros dedos. En un despiste consigo escapar todo lo lejos que permiten mi alas aún tiernas, veinte metros nada más, pero la puerta cerrada y la soledad aparente son capaces de estabilizar mi respiración.

No hay silencio ni oscuridad absoluta, pero el horror es más tenue entre sábanas y almohadones. Cierro los ojos y hundo mi rostro en el colchón, procurando no hacer ruido, y sujeto a escasos centímetros de mi rostro la pequeña pantalla del móvil. Me quema la vista, me brotan las lágrimas, pero su fuego es lo único que me reconforta y alienta cada día que paso en este gélido infierno.

"Feliz Navidad", dice la voz de la única persona que me importa en el mundo.

Feliz Navidad, le contesto.



51-Las cenas de Nochebuena pueden ser un horror. Escribe sobre la tortura que padece ese día tu protagonista.

El último relato que hice era más realista y tierno, así que ahora he querido hacer uno con un toque más tétrico y sobrenatural. Me disculpo por lo desagradable y crudo que es, pero quería hacer una metáfora sobre la verdadera tortura que puede ser una cena de este estilo para algunas personas.

Agradeced a la gente buena que tengáis cerca, cuidad de vuestros amigos y seres queridos, y nunca está de más enviar un mensaje amable o chatear con esa persona con la que hace mucho que no habláis. No sabéis lo importantes que pueden ser vuestras palabras.

¡Espero que hayáis tenido unas cenas festivas agradables! Solo queda un reto, y creo que también lo haré de terror... O ya veré. Es la única manera que concibo para acabar este año.

Un saludo, y hasta dentro de unos días. 

Si quieres saber qué es el Reto Literup, haz click en este enlace.